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jueves, 23 de agosto de 2018

Una pequeña historia...


Cuetzalan del Progreso, Puebla.- Era muy pequeña cuando todo esto pasó, sin embargo no puedo olvidar la voz y mirada de incertidumbre  de mi abuela cada que me contaba esto. Vivía a las afueras del pueblo en aquél entonces, recuerdo el clima tan fresco y que por mi ventana lograba verse todo el campo montañoso y verdoso. De dónde terminaba mi casa no quedaba muy lejos del decían que era el comienzo de toda la Sierra, aunque bueno Cuetzalán es un pueblo que está entre la sierra, cafetales y helechos arborescentes no hay por qué sorprenderse por algo es considerado un pueblo mágico.

Por ahí es común que se cuenten leyendas sobre pequeños duendes que arrastran a niños  dentro de la Sierra, en el que hacen cosas aun no sabidas y quien entra ahí no sale jamás.

Mi abuela decía que eran muchas las mañanas en las que se me escuchaba reír y hablar como si estuviera jugando con alguien, lo cuál era raro pues yo era la única niña que vivía ahí. En una ocasión decidió abrir la puerta, cuando entró, me encontró a mi jugando totalmente sola. Según su historia, al verla le dije: "Abuela, espantaste a mis amiguitos". Al escuchar eso, mi abuela se asomó por la ventana y no encontró más que el mismo paisaje de siempre.

El siguiente hecho, lo recuerdo un poco más claro,  una mañana mi abuela me daba de desayunar cuando comencé a insistir en que se limpiara el cuarto de visitas por qué mi mamá vendría a verme. No recuerdo de dónde saqué que mi mamá vendría pero limpiamos el cuarto juntas.

Las mujeres que trabajaban en el rancho al escuchar el relato de mi abuela, desde esa ocasión comenzaron advertirle sobre a lo que ellas consideraban peligro. Comenzaron a contarle sobre los chaneques, aconsejándole de esa manera que nunca abriera la puerta y ni hiciera algo para que ellos se molestaran con ella.

Mi abuela siempre me dijo que en esa ocasión que mi mamá nunca llamó ni avisó que iría a verme. Ella también siempre contaba que cuándo me preguntó de dónde sacaba la idea de que mi mamá llegaría yo solo respondí: "mis amigos me dijeron".

En Cuetzalan cuentan siempre historias sobre chaneques, duendecillos que se hacen amigos de los niños solitarios y tristes o simplemente niños que lograban caerles bien a ellos, daban momentos de felicidad y regocijo pero, cuidado, si le llegabas a caer mal a uno por qué la consecuencia era que se llevaban a los niños con quienes jugaban para que sus padres nunca los volvieran a ver...

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